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Ha viajado un gran AMIGO

14/05/2015
REFLEXIONES EN LA SOLEDAD Y EN EL SILENCIO



Luego que el frío ventarrón de la sorpresa de golpe abriera las puertas del corazón,  lo invadiera y lo dejara atribulado después de decirle qué había ocurrido, luego, la relativa calma en el mundo hizo que a sí mismas volvieran las ideas y alguna tranquilidad recobrara el corazón en el calor del hogar.

Así, ha partido un Amigo más… Y no él, la Vida lo decidió por él, y para decir mejor, lo tenía dispuesto desde el instante en que se entra al mundo, algo que se llama Destino y que es imposible escamotear. Es lo ineluctable.

Un Hombre, un Maestro, un Amigo que pleno de vitalidad empezó su vida real en las aulas julianas… y en ellas, con su diario y limpio bregar en el que sus palabras esparcieron y sembraron semillas de bien en el corazón y el cerebro de quienes hoy son el fruto del esfuerzo y el ejemplo de un ser muy particular y único: Miguel Irivarren; el Profesor Irivarren; el Amigo Miguel, Miguelito para sus íntimos.

Miguel ha viajado y ha desvelado ya el misterio que para el ser humano es entrar en esa otra dimensión que es la Muerte. Ha atravesado un corto camino seguro inundado de brillantísima luz y ha hecho su ingreso a ese otro mundo en el que ya no hay preocupaciones ni ansiedades ni desasosiegos ni malestares; en pocas palabras: donde no hay Dolor… Para esto, sin embargo, ha tenido que viajar… sin la esperanza de volver.

Para estar en el “lugar” al que se arriba después del efímero camino recorrido que es vivir acá, es indudable que ha tenido que reacomodar su nueva vivencia a ese estarse allá con la durísima noción de saber que será sin límites de tiempo, porque por ello es la Eternidad. Tiene todo el Tiempo para él de habituarse que no habrá de ser diferente.

Y no lo habrán estado esperando, no, sino, que lo han estado aguardando… Un aguardar llegar Allá, extraño, nuevo y definitivo, que es el mismo para todo humano…
De este modo, una vez en su reciente estar y transcurridos los álgidos momentos de incertidumbre y de sorpresa y con la confianza y la tranquilidad de saberse entre quienes él de veras apreciaba, al verlo llegar, de ninguna manera cabe la duda de que haya habido la emocionada e incontenible efusión de los abrazos ornados de sonrisas recibidos de nuestro Gran Maestro, el Dr. Gustavo Pons Muzzo y lo mismo de don Eliseo Salvatierra, brazo derecho del Dr. Gustavo Pons Muzzo; y más allá, más allá habrá venido, con el rostro serio pero amigable, nuestro muy simpático Amigo Valentín Gomero, y entonces, los tres son dueños de la Eternidad para dialogar de los problemas de su Alma Mater “San Julian”, problemas que no existen ya…
Igualmente, entre otros familiares y otros amigos, conocidos y desconocidos, Miguel tendrá para él todo el tiempo que quiera derrochar…

Puesto que estamos en el mundo en que nos ha tocado vivir, y es un insoslayable Deber aprovechar esta breve existencia, y en lo imposible posible buscar ser ejemplares, y dejar límpidas huellas de nuestros pasos, y respetar y con cariño ayudar a nuestro prójimo, y romper las oprobiosas cadenas mentales para creer y pensar con Libertad, y cada día tratar de ser menos ignorante para ser dignos humanos, y alcanzar la ansiada felicidad y saber qué es ella, todo lo dicho entre innúmeros más anhelos… Puesto que estamos en el mundo en que nos ha tocado vivir, es inevitable sentir el dolor y la tristeza de que Miguel se nos haya ido, y aunque sabemos que de otro modo no ha podido ni puede ser, solo una pregunta nos hacemos: ¿Por qué?

El Dolor y la Alegría nos hacen meditar… Esta vez ha sido el turno del Dolor.
Nos hace meditar el Dolor acerca de cada destino en particular, como es el nuestro, del que no hay sino solo la opción de afrontarlo, puesto que Vivire militare est, Vivir es luchar, como nos dejó dicho Lucio Anneo Séneca. De la misma manera, recordamos el preciso y sapientísimo consejo de los antiguos romanos: Carpe diem!, ¡Vive el día! Sí.  Mas, con exactitud, no el día, y sí, por lo contrario, los instantes, los momentos del día, pues esto es y así es lo que vivimos: momentos, momentos, momentos… que se suman al término del día vivido.

Entonces, y ahora, las palabras postreras de los fugaces momentos de este día que va transcurriendo:

¡Hasta siempre y hasta un día, apreciado Amigo!

Aun cuando las anteriores palabras, no obstante quedas en el recuerdo de nuestro corazón, ergo, vives, Miguel.

Descansa en paz.


Profesor César Merino V.



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